A la mañana siguiente, Hugo y Sauri se despertaron con mucha energía, levantaron a todos y se dispusieron a seguir el camino.
Cuando llevaban un buen rato caminando, se encontraron unos papeles colgados en un árbol y pensaron que podía ser una pista. Hugo fue corriendo a coger todos los papeles y observándolos se dio cuenta que si los unía formaba un mapa.
Entre todos intentaron descifrar de qué lugar se podría tratar y por donde comenzar la ruta, cuando de repente Sauri se percató de que había una ubicación en la esquina inferior derecha y Hugo rápidamente dijo: – ¡hay que ir para allá!, ¡tenemos que dar con el lugar exacto!
- ¡Si, vamos! – gritaron todos entusiasmados y tras recorrer un largo camino llegaron.
El lugar al que llegaron era una playa completamente desierta, parecía que nunca había pasado nadie por allí. Fueron investigando cada rincón de la playa y cuál fue su sorpresa al ver que unos frondosos árboles tapaban una amplia zona llena de todo tipo de dinosaurios.
Había muchos dinosaurios juntos. En un momento dado, uno de los dinosaurios, concretamente un velociraptor, se separó y empezó a correr y todo el grupo lo seguía en cada uno de sus movimientos, dejando claro que él era quien mandaba allí. Al observarlo, vieron que tenía algo en la pata derecha colgado y Helena dijo: – ¡podría ser otra pista! ¡parece que es otro papel!
El velociraptor siguió corriendo hasta que se le cayó el papel y Pablo con un disimulado, pero ágil movimiento lo recogió del suelo. Todos se acercaron rápidamente para ver lo que tenía inscrito y decía así:
“Hugo, como sabes, tengo a tu manada secuestrada y si aún quieres encontrarla debes seguir estos pasos e ir donde pone el mapa”.
Firmado: Tomás.
A la mañana siguiente, fueron al lugar que le indicaba el malvado Tomás en el mapa. Se trataba de una montaña muy alta, más que una montaña parecía una pared vertical que debían escalar con mucho cuidado. Se fueron asegurando con cuerdas para que no ocurriera lo mismo que le pasó a Helena en la otra montaña, y cuando casi habían llegado a la cima se dieron cuenta de que no era una montaña normal, se trataba de un volcán y por las cenizas que les caían encima se estaba preparando para entrar en erupción.
En ese momento, Hugo encontró una pequeña cueva donde refugiarse para trazar el plan que seguirían a partir de ahí y dormir para reponer fuerzas. Se lo dijo a los demás y todos estaban de acuerdo en hacer una parada allí.
Al cabo de 4 horas, escucharon un ruido muy fuerte y vieron una sombra en el suelo. De repente, salió un murciélago de gran tamaño y se pegaron un buen susto. Cuando se fueron a acercar, la extraña criatura salió huyendo.
A la mañana siguiente, hacía mucho calor debido al estado del volcán, pero debían seguir su camino. Se armaron de valor y continuaron subiendo y un poco más arriba encontraron, como si de un oasis se tratara, un lago para refrescarse.
- ¡Seguro que esto es cosa de Daniela! – exclamó Helena.
Se metieron a bañarse y vieron que dentro del lago había una piedra, y en la piedra se encontraban otras coordenadas que los llevaría a la siguiente pista y una inscripción que decía: “agarraros todos a la piedra, la unión hace la fuerza” y al juntar sus manos sobre la piedra se teletransportaron a un bosque donde encontraron una pequeña casa.
- ¡Vamos, chicos, entremos! – gritó Sauri emocionada.
- Vamos todos juntos, no os separéis – añadió Teresa.
Entraron en la casa y había unos carteles con unas flechas que indicaban un camino. Empezaron a seguir las flechas y el largo camino.
Pronto se les hizo de noche y no había mucha luz.
De repente, Hugo dijo: – ¡chicos, mirad, la mochila se ilumina! – y al abrir la mochila que le regaló el anquilosaurio Javier, descubrió que lo que iluminaba todo era el anillo de su madre y al sacarlo de la mochila, el misterioso y oscuro camino se llenó de luz.
¿Dónde les llevará el misterioso camino a nuestros amigos?, ¿Conseguirán encontrar a la manada de Hugo? En el próximo capítulo lo descubriremos.
Este capitulo lo han realizado los niños y niñas: Hugo, Marina, Andrea, Helena, Lucas, Ángel, David y la maestra Elena (alumnos del CEIP Nuestra señora del Carmen en Esquivel, Sevilla)